¿Cómo encontrar becarios y qué hay que tener en cuenta?
Los becarios pueden resultar una excelente opción a la hora de encontrar talento para reforzar la plantilla de la compañía. El mundo de los becarios o trabajadores en prácticas está lleno de mitos, pero también de oportunidades por ambas partes. Para los estudiantes o recién graduados puede suponer la primera incursión en el mundo laboral. Para la empresa un refuerzo para los empleados a la hora de llevar sus tareas a cabo. Pero, ¿cómo encontrar becarios y qué tener en cuenta?
¿Cómo encontrar becarios y qué hay que tener en cuenta?
Hay que partir de la base de que los becarios no deberían asumir responsabilidades dentro de la empresa. Entre lo motivos es que se incorporan a la misma con el objetivo de adquirir experiencia y aprendizaje laboral dentro del campo de sus estudios.
Por ello, el becario tiene que estar supervisado por un tutor de prácticas, que será una persona de la empresa encargada de orientar, evaluar y realizar un seguimiento de los progresos y el rendimiento del becario. Además, los becarios forman parte de los programas de prácticas académicas externas.
Estos están regulados por el Real Decreto 1493/2011 de 24 de octubre donde señala que los becarios deben estar dados de alta en la seguridad social, debe contar con un seguro de accidentes y también recoge que no es obligatorio que dispongan de vacaciones, aunque lo recomendable es que así sea.
¿Qué aporta un becario a la compañía?
Los becarios o personal en prácticas son personas jóvenes y, por lo tanto, proporcionan a la empresa un aire fresco, así como motivación, creatividad, ideas innovadoras y un amplio conocimiento de las últimas tecnologías puestas en marcha. Los más jóvenes controlan las tendencias en redes sociales, en herramientas digitales. Por ello, pueden resultar una fuente de inspiración a la hora de abrir nuevos mercados o llegar a nuevos públicos objetivos.
Además, los juniors cuentan con la teoría fresca al estar todavía estudiando o haber acabado recientemente. Por ello, pueden aportar esos conocimientos teóricos sobre la profesión o las tareas que con el tiempo a los trabajadores seniors se les ha olvidado.
Nuevas formas de trabajar, de llevar a cabo las tareas e, incluso, organizativamente. Muchos son los apartados en los que los becarios pueden proporcionar un aire fresco, además de recibir esa formación práctica tan necesaria para destacar en el competitivo mercado laboral.
A todo lo comentado, se suma que los becarios son profesionales moldeables. Al tener escasa experiencia laboral, no tienen excesivos ‘vicios’ adquiridos. Por ello, la empresa puede enseñar determinadas formas de trabajar. Además, hay que destacar que contar con un becario en la empresa ayuda a encontrar ese talento tan necesario para destacar en el sector en el que la compañía se mueve. Tras este periodo de prácticas, si la empresa cuenta con la necesidad de sumar activos a su plantilla existe la posibilidad de contratar al becario que más haya despuntado. Por lo que se logra retener ese talento que en ocasiones es tan complicado de encontrar.
Contrato de formación, de prácticas y acuerdo de colaboración
Es cierto que los términos contrato de formación, contrato de prácticas y acuerdo de colaboración puede resultar difícil de diferenciar. El contrato para la formación y el aprendizaje, que tienen que tener una duración mínima de un año, es aquel destinado a jóvenes no titulados, sin formación, ni cualificación. Estas personas se encuentran en la franja de edad comprendida entre 16 y 24 años. Su objetivo es formar profesionalmente al empleado.
Por su parte, el contrato en prácticas es aquel destinado a las personas recién titulados. Por lo que la persona debe contar con un título universitario o con una Formación Profesional equivalente a un Grado Medio o Superior. Señalar que la duración no puede ser inferior a los 6 meses, pero tampoco superior a los 2 años.
Por último, está la figura de los acuerdos de colaboración con Universidades y Escuelas. Estos dan lugar a la figura del becario. Para que un estudiante pueda realizar prácticas lo primero que la empresa debe hacer es acordar un convenio de colaboración con el centro educativo, ya sea una universidad o centro de Formación Profesional. Este convenio de cooperación educativa recoge los derechos y obligaciones del estudiante, pero también de la empresa y el centro educativo.